Teresa María Gómez-Pastrana Jimeno es socióloga y Máster en Igualdad de Género por la Universidad de Salamanca; actualmente forma parte del personal técnico del Grupo de Desarrollo Rural Altiplano de Granada. Ha compartido con Igualdad en Granada una reflexión sobre el medio rural con perspectiva de género para el Día Internacional de las mujeres rurales
No hace falta ser joven para darse cuenta que este colectivo no está en la mirada de ninguna agenda política y social que tome en serio e incluya sus necesidades. El fin de semana del 8 y 9 de octubre estuvimos en un encuentro juvenil rural titulado ‘En medio del medio’ coordinado por la Consejería de Agricultura, Pesca, Agua y Desarrollo Rural donde participaron 120 jóvenes y 11 grupos de desarrollo rural del territorio de Andalucía. En el encuentro, la juventud aportó proyectos específicos que quieren realizar en sus territorios y el personal técnico de los grupos que acudimos a él analizamos cual era la situación a los que nos enfrentábamos ahora y en los próximos años focalizándola en este colectivo, en nuestros territorios.
Hubo muchas reflexiones en este encuentro, pero me quedo con dos de ellas. Por un lado, ellos y ellas necesitan espacios propios donde sean escuchados y sean protagonistas. Por otro lado, el personal técnico que trabajamos en los entornos rurales tenemos que apoyarlos, pero necesitamos formación adaptada a sus nuevas necesidades. Yo, personalmente, a todo ello añadiría algo más y en mayúscula: que esa mirada sea de género, porque los datos así nos lo están indicando.
Los análisis nos indican que en nuestros territorios rurales nos enfrentamos a una población envejecida, a menudo dependiente, con dificultades de movilidad y bajos recursos, que suelen estar sostenidas por redes familiares. Este sostén recae principalmente en las mujeres. Ante esta situación, la juventud autóctona, fija sus ojos en la ciudad, donde sienten que tienen menos presión, menos roles cuidadores a los que enfrentarse y huyen de estos entornos para no caer en ellos (especialmente las mujeres, que son las que sienten esa mayor presión ante esta situación).
En el “Diagnóstico de la juventud rural en Andalucía” realizado por la Consejería de Agricultura y Pesca de la Junta de Andalucía del 2021, nos indica que los territorios rurales se están masculinizando entre la población juvenil. Vemos tasas de actividad altas de este sector, porque es lo que les toca, con un 65% de esa población queriendo trabajar, pero con tasas de desempleo muy altas, siendo mayores en los casos de las mujeres jóvenes. Y volvemos a la misma realidad, un contexto donde las mujeres jóvenes se encuentran especialmente en desventaja. Esta situación es clave a la hora de diseñar actuaciones dirigidas al medio rural, ya que estos entornos están demandando a gritos que sufren un proceso de despoblación acuciante especialmente entre la población joven y del sexo femenino. Pero no estamos realizando esta mirada, estamos realizando políticas sin esta visión específica.
El peso de las poblaciones que residen en las áreas rurales descansa sobre lo que en sociología rural denominamos “generación soporte”. Esta población representa a las personas de unos 30 a 50 años que tiene una importancia decisiva en el mantenimiento de las poblaciones en áreas rurales. Si no creamos las condiciones necesarias previas para que la juventud, antes de llegar a estas edades, miren a los territorios y quieran quedarse, nos encontraremos que luego es mucho más difícil consolidar esta “generación soporte”. Quienes estudiamos las estructuras poblacionales y las relaciones de género en el medio rural sabemos que la tendencia a la masculinización que estamos viviendo en el medio rural tiene mucho que ver con la falta de oportunidades que encuentran las mujeres para desarrollarse personal y profesionalmente.
La juventud andaluza tiene la llave de un futuro mejor, y si las mujeres no encuentran su futuro en estos territorios, el medio rural terminará por ser de verdad un lugar despoblado. Hagamos políticas en el medio rural para la juventud con esa mirada de género, para contrarrestar todas estas tendencias que hemos comentado. Pero no la hagamos desde una mirada sólo técnica y desde una edad lejana a la suya, sino escuchando su voz. Lo que he comprobado este fin de semana es que ellos y ellas están altamente capacitados y tienen una riqueza increíble en ideas para orientar su futuro en sus propios territorios. Deberíamos acoger todas esas ideas porque significa no sólo su futuro, sino el de los propios territorios. Sólo hay que verlos, escucharlos y darles medios para que lo desarrollen. Y si, además, escuchamos especialmente las propuestas de las mujeres jóvenes, que las hay y muchas, ellas también querrán quedarse.