Hablamos con Isabel Bernal, psicóloga especialista en violencia de género que imparte la formación ‘Protocolo Violeta’ de la Diputación de Granada sobre esta iniciativa y los puntos violeta en nuestra provincia
Imagina un verano granadino, lleno de fiestas populares y noches de ocio en sus barrios. En este escenario, la seguridad y el respeto son fundamentales. En una provincia tan diversa y llena de vida como Granada, la creación de espacios seguros y libres de violencias sexuales es una prioridad innegociable. No hablamos solo de cifras, sino de la tranquilidad de cada persona, de las mujeres al disfrutar de nuestro ocio y nuestras celebraciones. Para ello, iniciativas pioneras están transformando la manera en que abordamos y prevenimos las agresiones, gracias a formación y atención especializada que va más allá de lo superficial.
Una de las claves de esta transformación reside en un programa de formación integral, diseñado para empoderar a quienes están en primera línea en ese ocio nocturno granadino. Hablamos del Protocolo Violeta, una formación de la Diputación de Granada que dota de herramientas prácticas y psicológicas a un abanico diverso de profesionales y voluntarios.
¿Quién se forma en Granada?
- Personal del ocio nocturno y espacios de tiempo libre: Desde camareros, camareras, y personal de seguridad hasta monitores y monitoras de campamentos de verano.
- Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y Protección Civil: Policía Local o Guardia Civil, así como voluntariado de Protección Civil.
- Voluntariado y asociaciones feministas y de mujeres:
- Personal y equipos técnicos de ayuntamientos: Funcionariado municipal que gestiona eventos o programas sociales.
La formación persigue una doble meta:
- Prevención: Enseñarles a identificar señales de riesgo y a actuar antes de que una agresión ocurra.
- Intervención: Proporcionar una respuesta inmediata, respetuosa y eficaz una vez que un incidente ha tenido lugar.
La base psicológica: entendiendo el ‘shock’ de la víctima
Los talleres de la delegación de Bienestar Social, Igualdad y Familia de la Diputación de Granada tienen dos vertientes, una preventiva donde enseñan a identificar señales de riesgo y a actuar proactivamente antes de que una agresión sexual pueda ocurrir, interrumpiendo situaciones potencialmente peligrosas; y otra de intervención, cuando un incidente ha tenido lugar, en la que se enseña a proporcionar una respuesta inmediata, respetuosa y eficaz, minimizando el daño secundario a la víctima.
Isabel Bernal, psicóloga especializada en violencia de género y profesional que imparte los cursos, nos explica que en la formación se desgrana el estado de shock en el que puede encontrarse una víctima que en esos momentos, puede sufrir algo muy habitual y es la “desconexión” de la parte racional del cerebro, el neocórtex, impidiendo un relato coherente. Por eso, comenta Isabel, “el enfoque no es interrogar, sino calmar, contener y, sobre todo, validar». La especialista subraya tres puntos:
- La importancia de «Te creo»: «Solo con validar la ecuación o creerla… eso ya es importantísimo y no la de revictimizar». Destaca cómo la revictimización puede ser tan o más dañina que la agresión inicial.
- Frases clave para la intervención ante una agresión sexual: «Te creo», «Siento mucho lo que te ha pasado», «Estoy aquí para escucharte», «Ahora estás segura».
- El acompañamiento respetuoso: El objetivo es acompañar, no ‘salvar’. Si la persona interviniente no se siente capaz de creer o apoyar genuinamente, es vital que derive el caso a otra. La empatía y el respeto son la base de toda intervención eficaz.
Isabel enfatiza que la revictimización, es decir, el daño adicional causado por la incredulidad, el cuestionamiento o la vergüenza impuesta por la persona a la que se pide ayuda, puede ser tan o incluso más dañina que la agresión inicial, generando efectos psicológicos devastadores.
Estrategias en el Ocio Nocturno
Las estrategias en el ocio nocturno son variadas: Con la formación, el personal que trabaja en el ocio nocturno y en eventos recibe una formación crucial que va más allá de sus funciones habituales. Se les entrena en la detección temprana e intervención efectiva ante situaciones de riesgo. Aprenden a observar el entorno, a identificar posibles signos de agresión y a actuar sin agresividad, priorizando siempre la seguridad y el respeto a la víctima. No se trata de confrontar, sino de parar la agresión y ofrecer un apoyo inmediato.
Para facilitar esta labor, se implementa una señalización clara y distintivos visibles. Pegatinas informativas en los baños o barras, carteles discretos o incluso una chapita morada en el personal, sirven para identificar a quienes están formados. De esta manera, las víctimas saben a quién acudir en busca de ayuda. Además, se enseñan señales discretas que las personas pueden utilizar, como «pedir una bebida específica» o gestos con las manos —recordando el reciente caso viral de una señal de auxilio—, que permiten pedir ayuda sin alertar al agresor.
Aplicación en el terreno: Los Puntos Violeta en la provincia de Granada
El impacto revolucionario de los «Puntos Violeta» en Granada es una realidad. La Diputación de Granada puso en marcha una campaña informativa para prevenir la violencia sexual en el ocio nocturno y fomentar la igualdad creando un material didáctico puesto a disposición de los distintos municipios para que, tanto mujeres como hombres puedan disfrutar de la fiesta en condiciones de igualdad, con especial atención a la prevención de agresiones sexuales y promoviendo una red de apoyo y respeto a las víctimas. Este material es solicitado por las poblaciones que ponen en marcha un Punto Violeta y hasta el momento se han atendido a las peticiones de: Huétor Tájar, Lanjarón, Las Gabias, Güevéjar, Ogíjares, Fornes, Zafarraya, La Rábita, Nívar, Albuñol y Nevada.


Isabel Bernal celebra los puntos violeta en nuestra provincia que se han convertido en un “símbolo de seguridad y empoderamiento en nuestras fiestas y eventos”. Para la experta, más que meros stands informativos, estos puntos son un refugio y una declaración de intenciones, «su presencia simboliza un aviso para los posibles agresores y una señal para las víctimas: ‘estamos aquí y esto es real y existimos'». Son la materialización del compromiso colectivo, ofreciendo un lugar seguro donde acudir, denunciar o simplemente buscar orientación.
Su relevancia va más allá de atender incidentes. Los Puntos Violeta funcionan como auténticos «puntos de encuentro, información y debate». La gente se acerca no solo por una emergencia, sino para resolver dudas, buscar orientación para amistades o simplemente comprender mejor estas problemáticas. Casos como los que se vivieron en el Orgullo de Ogíjares o en el Chaparral (Albolote), donde asociaciones de mujeres y profesionales formados gestionaron estos espacios, demuestran su valor como centros de referencia y apoyo comunitario.

Crucialmente, estos puntos son para todas las personas. Se subraya su importancia para el colectivo LGTBIQ+, ya que «todas las personas que salen de los roles y estereotipos de género viven la violencia heteropatriarcal». En una provincia con la diversidad cultural y social de Granada, esta inclusión total es fundamental para asegurar que nadie quede al margen de la protección y el apoyo que merecen.
El camino hacia una provincia plenamente segura y libre de violencias es un esfuerzo constante, pero los avances que hemos presenciado son evidentes y esperanzadores. Nuestros pueblos están demostrando su compromiso inquebrantable a través de la acción, la formación y la sensibilización.
El futuro de los Puntos Violeta
Los éxitos actuales son solo el inicio. Vemos una creciente demanda por estas formaciones y una excelente acogida en nuestros municipios. Esto nos impulsa a ir un paso más allá. Imaginemos un mapa provincial de «espacios seguros» y Puntos Violeta, facilitando a cada granadino y granadina la identificación de estos lugares en cualquier rincón de nuestra geografía.
Proponemos organizar cursos de formación regulares y abiertos en los distintos ayuntamientos de la provincia, permitiendo que personas de cualquier localidad puedan asistir y beneficiarse de esta capacitación práctica. Y, como se sugiere desde la experiencia, quizás sea el momento de considerar hacer esta formación obligatoria para ciertos profesionales, conscientes de su «rapidez y eficacia» para dotar de herramientas vitales.
Porque la seguridad y la igualdad no se construyen solas; son el resultado del esfuerzo colectivo y la implicación de cada granadino y granadina. Este compromiso nos llena de esperanza y nos impulsa a seguir trabajando, día a día, por una provincia más segura, más justa y libre de violencias para las generaciones presentes y futuras.