Tuvimos el placer de asistir al estreno del corto ‘Bernarda en el espejo’ en el Palacio Condes de Gabia en Granada; hoy publicamos en nuestro blog un artículo de Eva Rubio Siri, Directora artística del proyecto, que nos relata cómo este diálogo entre mujeres fue tomando forma
Bernarda en el espejo es más que un corto, es una experiencia de vida que nos ha sumergido a las personas integrantes del proyecto en una rica aventura de creación, reflexión, sororidad y transformación personal. La idea la planteó el Director del CEIP Juan Pablo I en Valderrubio, Alberto López Ramos, quien a su vez la trabajó con su compañera de vida y de profesión, Ángela Salmerón Vilchez. Así llegó a mí la propuesta de hacer un corto cinematográfico con las alumnas de 2º de ESO, aprovechando la inclusión del Taller de Teatro en la Escuela como una materia transversal en la que se aborda la coeducación en igualdad para todos los cursos de primaria y de ESO.
La propuesta de entablar una conversación entre los personajes de mujeres de la casa de Bernarda Alba con jóvenes de hoy en día —mismo lugar-diferentes épocas— me cautivó desde un principio, pero cuando definitivamente me enamoré del proyecto fue al conocer a las jóvenes que participarían en él. Desde el primer encuentro me transmitieron el gran entusiasmo que tenían por intervenir y la comunicación fluyó de inmediato. La idea era una semilla que debíamos sembrar, regar y cuidar para que germinara.
Lo primero que hicimos fue hacer varias lecturas de la obra, tratando de exprimirla al máximo. A medida que la leíamos empezaron las conversaciones, las reflexiones e incluso los debates. El pasado del pueblo, que es su pueblo, enriquecía el análisis y las opiniones. Las mujeres que describe la obra de Federico García Lorca son sus antepasadas de alguna manera. Pronto surgieron las comparaciones acerca de cómo se vivía en esas épocas y cómo se vive ahora.
En un primer momento todas manifestaron la convicción de que ahora eran mucho más libres que antes, pero pronto esa idea se fue modificando. Recuerdo una charla en la que hablamos del miedo. «¡Menos mal que nosotras ya no vivimos con tanto miedo!» Fue la frase que abrió el camino a otra visión de nuestra propia realidad, e inmediatamente una joven del grupo respondió con otra pregunta:
«¿Que no vivimos con miedo? Yo sí tengo miedos, miedo a ir sola de noche por la calle, miedo a que me violen, miedo a cruzarme con un grupo de hombres y que me digan cosas…».
Así llegamos al punto de volver a mirarnos en la obra.
A la hora de preparar el guión empezamos a registrar escenas de la realidad que plasmaran estas situaciones y así surgió la idea de buscar un elemento sobre el que estas mujeres de diferentes épocas pudieran mantener una conversación ¿Dónde las podíamos unir?.
Tras una visita a la casa de Bernarda Alba lo tuvimos claro: ‘en el espejo’. ¿Cuántas veces en nuestras frustraciones nos hemos mirado al espejo con lágrimas en los ojos? Como si esa imagen que nos devuelve el reflejo fuera otra persona que nos podría dar las respuestas que necesitamos, o una palabra de consuelo, o una sonrisa que nos devuelva la calma o la confianza.
Cuando ya tuvimos el guión casi completo se incorporó Ángela Palomares quién estaría a cargo de la cámara y quién, con gran entusiasmo y compromiso por el proyecto, encontró las claves para resolver problemas técnicos que no tuvimos en cuenta a la hora de escribir el guión, y que comprendió además el enorme valor que tenía este trabajo en el proceso de las participantes: no son actrices profesionales, ninguna teníamos experiencia en cine, pero allí estábamos con nuestra empresa, dándolo todo en momentos difíciles. Aunque no lo haya dicho hasta este momento, el período en el que se ha trabajado ha sido durante los primeros meses del año 2021, en plena pandemia y con todos los inconvenientes que esto nos producía a la hora de ensayar, a la hora de grabar, las numerosas interrupciones que ocasionó la cuarentena, ya sea por contagio, por contacto directo, etc.
Ángela fue fundamental a la hora de diseñar cómo podíamos hacerlo, cómo realizaríamos la filmación y también a la hora de resolver el final que nos quedaba todavía por definir. Todas teníamos claro que aunque no estábamos conformes aún con lo conseguido, deseábamos dar luz y esperanza en el final. Queríamos liberar a las mujeres de la casa y queríamos liberarnos a la hora de pensar en el futuro. Queda camino por recorrer, quedan derechos por conseguir, pero el futuro es nuestro y debemos seguir luchando para lograr que sea con igualdad real, donde todas las personas podamos desarrollar nuestras potencialidades en igualdad de condiciones.
Ha sido un proceso intenso y apasionante donde hemos podido comprobar que el arte en la escuela es una necesidad básica para la transformación y la educación de los seres humanos. El CEIP Juan Pablo I apuesta por educar en igualdad porque cree que es imprescindible para crear un futuro más inclusivo y sin violencia machista; y por ello este proyecto cobra una gran importancia, porque tiene, sobre todo, un gran valor educativo impulsado por la creatividad y los deseos de dar voces a nuestras protagonistas del cambio.
Es imprescindible destacar que nada de esto hubiera sido posible sin contar con el apoyo económico para poder realizarlo. Por eso agradecemos al Pacto de Estado por la igualdad de género, a la Diputación de Granada y al Ayuntamiento de Valderrubio.
Si aspiramos a un cambio en nuestra sociedad, el Estado debe estar presente promoviendo y dando recursos para que proyectos como éste cobren vida en el ámbito escolar, donde el alumnado pasa gran parte de su vida y porque las instituciones escolares son uno de los agentes de socialización más importantes en la vida de una persona.
Cuando trabajamos por el bien común uniendo esfuerzos todo es posible.