Hablamos con la coautora de la Guía para la intervención profesional con mujeres en situación de trata y explotación sexual, elaborada por nuestra delegación de Igualdad de la Diputación de Granada y la Fundación de Solidaridad Amaranta
Andalucía sigue a la cabeza de un ranking que nadie tendría que liderar, somos la comunidad autónoma con más personas en riesgo de explotación sexual. El último balance del Ministerio de Interior indica que hay registradas 1.059 personas en 2021, fecha del informe, un número realmente muy inferior al real por la dificultad de contabilizar efectivamente a las personas en riesgo de sufrir esta práctica. También estamos a la cabeza de víctimas de explotación sexual, 226 personas registradas en el año 2021.
La Delegación de Igualdad de la Diputación de Granada, como institución que reivindica los derechos humanos desde una perspectiva feminista y que atiende las desigualdades sociales, considera imprescindible adoptar marcos de intervención que apoyen, sin ningún género de dudas, a las Víctimas de Trata.
Entendemos que la trata de seres humanos es la esclavitud de nuestro tiempo y, lamentablemente, una realidad cercana. Supone una profunda violación de los derechos humanos, de la dignidad y de la libertad de la persona, y constituye una forma de delincuencia grave que, en la mayoría de las ocasiones, implica a organizaciones delictivas a las que proporciona importantes beneficios basados en la explotación de las personas, siendo la trata con fines de explotación sexual una de sus expresiones más crueles y la forma de trata de mayor magnitud en nuestro país.
Las mafias y traficantes se aprovechan de las precarias condiciones socioeconómicas de las personas más vulnerables para captar y explotar a las víctimas, situación que se ha visto agravada por la crisis que ha traído el COVID-19, pues ha dejado a millones de mujeres y niñas en todo el mundo sin trabajo, sin escolarizar y sin apoyo social, lo que las expone a un mayor riesgo de ser víctimas de trata.
Con la intención de que los recursos lleguen a cualquier rincón de nuestra provincia donde sean necesarios, la Diputación de Granada quiere ofrecer esta guía para la intervención profesional con mujeres en situación de trata y explotación sexual en colaboración con la Fundación de Solidaridad Amaranta. Con ella pretendemos derribar las barreras que impiden a las víctimas de trata y explotación sexual ejercer sus derechos, favoreciendo el acompañamiento, abordaje y atención de las mujeres víctimas de trata o explotación sexual por parte del personal técnico que trabaja a nivel municipal, poniendo el foco en el género y la vulnerabilidad para mejorar la identificación y asistencia a las víctimas.
Esperamos que esta guía sea un instrumento útil en el ámbito social, ya que con esa aspiración se ha elaborado por esta Delegación y por un grupo de personas muy comprometidas, a las que aprovechamos para agradecer su esfuerzo.
La guía servirá de base para saber qué hacer ante una situación de trata
Hablamos con Susana Mataix, coordinadora técnica de la Fundación de Solidaridad Amaranta y coautora de la guía, que nos relata que un equipo de tres compañeras de la Fundación de Solidaridad Amaranta, una abogada y dos trabajadoras sociales, llevan trabajando en la guía desde verano, «La idea es dirigirla a profesionales del ámbito social, jurídico, educativo, que en su quehacer diario pueden encontrarse a alguna mujer en situación de trata de seres humanos y que la guía les sirva de base para saber qué hacer y cómo proceder».
Para nuestra delegación provincial de Igualdad complementa la labor de formación a estos profesionales que ya desarrollamos en otros municipios porque nos asegura que esta información profesional y específica llegue a toda la provincia.
Susana nos explica que «la guía habla desde el enfoque de género para saber mirar y detectar las situaciones de trata. Se explican muy bien cuáles son los conceptos clave, que muchas veces están superpuestos y se confunden, la guía explica qué es prostitución, explotación y trata; y entra en el marco jurídico para contextualizar a nivel legislativo qué podemos hacer o qué no. En la guía también hablamos de detecciones e identificaciones, de asistencia y protección, con indicaciones prácticas para saber qué poder hacer si me encuentro ante una posible situación de trata. Es completa porque va de lo más general a lo más específico y pretende superar las dificultades a las que se pueden enfrentar las personas que se encuentran o enfrentan a estas situaciones en las que no se acaba de saber bien qué hacer, a menudo por no ponerse las gafas adecuadas».
Fundación de Solidaridad Amaranta, apoyando a mujeres en situación de explotación sexual a emprender una nueva vida
La Fundación de Solidaridad Amaranta es una entidad sin ánimo de lucro creada por las Religiosas Adoratrices en el 2006. Susana describe el trabajo de la Fundación como de acompañamiento en los procesos de mejora e incorporación social de mujeres que pueden estar en contextos de prostitución, en situaciones de trata o explotación sexual u otras formas de violencias basadas en el género, «lo que hacemos es apoyarlas a nivel residencial y atender sus necesidades relacionadas con las situaciones que padecen, con especialistas a nivel jurídico, laboral, psicológico, social, etc».
La Fundación se encuentra en diferentes ciudades de nuestro país: Orense, Gijón, País Vasco, Palma, Valencia, Algeciras y también Granada, «De esta manera y vinculado a nuestro apoyo residencial podemos garantizar que si una persona es detectada en la zona sur podemos enviarla a otra zona donde se sienta más segura para poder emprender una nueva vida libre y empezar a caminar por otro lado», apunta Susana.
Nos cuenta que en 2022 han triplicado la atención, y esto es porque su estructura ha mejorado, «ahora disponemos de atención social, antes nos basábamos más en la asistencia residencial, esta atención en otros campos ha permitido que muchas mujeres accedan a estos recursos, a este centro de atención». Son mujeres que llegan a Amaranta derivadas de Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, de Entidades Sociales, «a veces del boca a boca de las propias mujeres, sobre todo en la atención territorial, se dicen las unas a las otras, llama que te van a atender, esto lo hemos visto muchísimo».
Susana y su equipo se encuentran casos con multitud de casuísticas, de características, «no te podría hacer un perfil porque no lo hay, son mujeres desde 18 hasta cuarenta y pico; casi todas han sufrido violaciones de derechos humanos, las hay españolas y de cualquier nacionalidad. Hay muchísimas mujeres, va por oleadas, a veces llegan muchas mujeres de origen colombiano y de repente dejas de verlas y vienen de otras nacionalidades, es muy cambiante, porque depende mucho de cómo van operando los tratantes, cómo van dejándose ver, es muy difícil prever nada».
Para ellas lo más bonito de su trabajo es el vínculo que establecen con estas personas durante estos años de atención, «para ellas, nosotras acabamos siendo su familia. Cuando han mejorado sus situaciones siguen buscándote porque no saben pedir una documentación, porque buscan trabajo, y saben que al final vas a atenderla y apoyarla».
También les satisface cuando se percibe el fruto del trabajo,«cuando ves durante el proceso cómo llegan las personas y cuando va pasando el tiempo, de a poquito vas notando pequeños cambios en las caras, las expresiones, que van diciéndote que nos encontramos más seguras, más tranquilas, que empezamos a volver a creer en nosotras, a recuperar todas esas capacidades que teníamos y que habían mermado. Eso es con lo que me quedo».
Para Susana el mundo ideal sería aquel en el que ya no existiera demanda de atención a víctimas de trata y explotación sexual, una sociedad que dejara de utilizar los cuerpos como si fueran cosas.«En los cuerpos hay personas, hay sentimientos, hay vida. Si estos hombres que hacen esto vieran un poco más allá. Si hubiera unas gafas para todo el mundo que lograra que vieran las cosas de otra forma, seguramente algo cambiaría».
Para ella, hace falta mucha sensibilización, educación y coordinación entre Administración, Cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, Entidades Sociales, ciudadanía, «Hace falta invertir en recursos, pero no asistencialistas sino recursos que den oportunidad. Porque, si no tienen la oportunidad de salir de ahí, al final se establece un circuito asistencialista que les dificulta vivir como una persona libre. Lo que más echo de menos son oportunidades reales, trabajo. Es necesario cubrir las necesidades básicas, pero después qué, después necesitamos un qué más claro y accesible y sobre todo a largo plazo. Para aquellas otras mujeres que tienen más dificultades, para mujeres que vienen de otras culturas, que tienen menos conocimiento; porque esto no va de que yo sea más que tú, es una cuestión de dónde hemos nacido, al final se trata de conocimiento puro y duro de nuestra sociedad y cómo desenvolverse en ella para mejorar».