Entrevistamos a la profesora en el Departamento de Álgebra, Escuela Técnica Superior de Ingenierías Informática y de Telecomunicación de la UGR en el Día Internacional de las Mujeres Matemáticas
Hoy se celebra el Día Internacional de las Mujeres Matemáticas, por todas aquellas que dieron el paso y abrieron camino a otras, que no lo tuvieron nada fácil; y por las que siguen contribuyendo y enriqueciendo esta ciencia históricamente reservada a varones. Las matemáticas lo rigen y explican todo, forman parte de nuestro universo desde lo que consideramos más grande hasta el detalle más cotidiano: la música, informática, la danza, cocina, las matemáticas están en todas partes.
Homenajeamos a las mujeres en este día porque todavía queda mucho que hacer para lograr la igualdad entre éstas y los hombres en matemáticas y otras ciencias relacionadas, habitualmente llamadas STEM por sus iniciales en inglés, Science, Technology, Engineering and Mathematics (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). Hablando con Evangelina Santos Aláez, profesora en el Departamento de Álgebra, en la Escuela Técnica Superior de Ingenierías Informática y de Telecomunicación de la Universidad de Granada, nos enteramos de muchas cosas interesantes en este sentido: como que la igualdad real de las mujeres en la ciencia depende de un componente mucho más amplio, es estructural y depende de toda nuestra sociedad, especialmente de la educación en todas las etapas.
Cada vez menos chicas eligen estudiar Matemáticas e Informática, una brecha de género que ha crecido en las últimas décadas entre las alumnas de bachillerato, FP y universidad. Según el último informe del Ministerio de Educación, en la FP de Informática y Comunicación, por ejemplo, la representación de las mujeres no solo es muy minoritaria –el 7 % del alumnado de grado medio y el 10 % de grado superior–, sino que cae desde el curso 2000-2001, cuando las mujeres sumaban casi el 27 %. Tendencia que se confirma en los grados universitarios, ya que el 13 % de los estudiantes de informática son mujeres, cuando eran el 30 % en los años 80. Igualmente, se observa un descenso en la proporción de chicas en Matemáticas en los grados universitarios: en el curso 1985-1986, ellas eran el 50,7 % y ellos el 49,3 %; en el curso 2004-2005 la curva se invierte y los alumnos son el 50,2 % y las alumnas el 49,8 %; finalmente, en el curso 2019-2020 ya hay un 63,7 % de alumnos y un 36,3 % de alumnas, lo que supone una diferencia de más de 27 puntos en las universidades públicas españolas.
Evangelina Santos es una matemática granadina preocupada y ocupada en estudiar, analizar y trabajar para reducir esta brecha de género desde hace mucho tiempo; en 2009 organizó una jornada en la UGR sobre Mujeres en la Informática y la Telecomunicación, que generó un artículo, ‘La Mujer en la Ciencia, una historia de desigualdad’ junto a sus compañeras, Teresa E. Pérez y Rocío Raya Prida. Ella y sus compañeras ya observaron desde esa fecha, e incluso antes, que en las clases de ciencias cada vez había menos chicas, un fenómeno que no consideran nuevo sino «que hace tiempo que se viene produciendo, comenzó en la carrera de informática y se ha extendido a la de matemáticas, una línea que es absolutamente descendente».
Evangelina lo atribuye a las expectativas laborales, «en cuanto determinadas carreras cobran un cierto prestigio y sube la nota de corte, cuando hay conciencia de que una carrera puede lograr una seguridad laboral y la posibilidad de obtener puestos de responsabilidad las mujeres retroceden en la solicitud de esas carreras». El por qué es la pregunta del millón, la que todo el mundo quiere obtener.
Ella comparte con nosotras su respuesta personal basada en su observación y experiencia, y señala que, «a las mujeres no se nos ha educado para tener seguridad en nosotras mismas y por eso tenemos mucho miedo al fracaso. Cuando una mujer fracasa, lo vive como algo absoluto, El hombre lo entiende como un fracaso puntual y la mujer como una derrota total. Eso es lo que yo observo entre mis alumnas». Una de sus anécdotas es la respuesta de su alumnado ante un error, «generalmente, la chica dice ‘soy tonta’ mientras que el varón dice, ‘estoy tonto’. Esa diferencia de consideración propia, de autoestima, creo que eso es un problema educacional, me resisto a pensar que es una cuestión de género. Desde que nacemos se nos educa para ser solamente guapas y simpáticas, figuras de adorno que debemos agradar». Recuerda una frase de Hedy Lamarr, la inventora del sistema de comunicaciones denominado ‘técnica de transmisión en el espectro ensanchado’, «se considera que las mujeres están más guapas cuando no hablan, cuando no intervienen, cuando no toman partido»; Evangelina defiende que todavía hay una parte de nuestra educación que enseña este concepto, incluso a las chicas jóvenes y las niñas de hoy en día.
¿Qué le dirías a una niña para que estudiara matemáticas?
Para Evangelina la respuesta es muy sencilla, «No tengas miedo, si suspendes no pasa nada, es solo una parte del trabajo, debemos de perder el miedo al fracaso». Para la matemática, las mujeres adquirimos una responsabilidad que no toman los hombres en cierta manera, «tenemos que ser siempre unas chicas buenas, responder de forma favorable, ir bien en los estudios, y entonces creemos que nos va a ser más fácil intentar estudios que son considerados con menos expectativas».
Para ella es primordial «tener ganas», «estudia lo que te apetezca, para estudiar matemáticas tienes que tener ganas de estudiar matemáticas igual que para jugar al fútbol tienes que tener ganas de jugar al fútbol. Ser un genio de las matemáticas igual que ser un genio del fútbol va a ser complicado pero puedes ser un jugador de segunda y ganarte la vida con ello. Puedes ser una matemática normal, con una vida normal, no tienes que hacer grandes descubrimientos, ni tener una cabeza que sólo está dedicada a la investigación. Si disfrutas haciendo matemáticas, no tengas miedo, porque las matemáticas están hechas para todos y todas». Ella nunca le vio la dificultad, desde muy pequeña se le dieron bien y le resultaban fáciles, «sin embargo siempre consideré el fútbol como algo muy complicado y difícil».
Hasta que no nos demos cuenta que la desigualdad es una disfunción de nuestra sociedad, un problema estructural, no vamos a lograr una sociedad igualitaria
Evangelina Santos Aláez, profesora en el Departamento de Álgebra, en la Escuela Técnica Superior de Ingenierías Informática y de Telecomunicación de la UGR
El problema en la igualdad entre mujeres y hombres para Evangelina es estructural y lo explica con un sencillo ejemplo: «En Educación Infantil no hay hombres, tienen el mismo problema a la inversa, y es el mismo. Las dos cosas están tan distorsionadas por la educación que nos han dado. Creo que no se puede mirar solo por la parte de las STEM sino por los dos; hasta que no lo miremos por ambos lados y nos demos cuenta que se trata de una disfunción de nuestra sociedad, no vamos a lograr una sociedad igualitaria».
Referentes en matemáticas, «Una campaña puede cambiar una vida pero no a toda la sociedad»
Para Evangelina las matemáticas son muy femeninas, ha comprobado que hay más mujeres impartiendo matemáticas en institutos andaluces de secundaria que hombres, «pero sin embargo este hecho no está actuando como referencia; en matemáticas no había tanto sesgo de género hasta que no subió la nota de corte y las personas licenciadas en esta carrera empezaron a ser muy solicitados en el ámbito laboral, hasta hace 10 años había 50-50». Insiste en que el sesgo de género no reside en los estudios ni en quienes lo imparten sino «a qué te vas a dedicar después, si es a la educación no hay problema que seas mujer; por ejemplo, la arquitectura es una carrera considerada como muy difícil, pero sin embargo la mitad de las personas que las cursan, son mujeres, puede ser porque después de la crisis de la construcción no es una carrera exitosa ni demandada».
Por tanto considera que es la economía la que decide la brecha de género y que «las fuerzas de poder siempre están en manos del hombre». Defiende que conforme suben las categorías profesionales en la Universidad aumenta la diferencia en el número de mujeres, «las tesis las empiezan muchas mujeres, también la terminan muchas, llegan a titulares menos, a catedráticas muy pocas y rectoras de Universidad hay sólo 9 en toda España. Una cosa es que tú seas inteligente, que desarrolles un trabajo, y otra cosa es que ocupes un puesto de poder, ahí está el problema. Desde pequeñas nos dirigen hacia un estatus, nosotras nos tenemos que quedar aquí y los hombres subir a lo más alto».
Afortunadamente reconoce que esto está cambiando poco a poco y que el hecho de que se visibilicen referentes de mujeres en la ciencia está ayudando, «todo el mundo conoce a Clara Grima, menos mal; pero es la única matemática española que conocemos. Hay muchas mujeres matemáticas que están realizando un importante trabajo de investigación pero no son nada conocidas».
Dice que aún se asombra de los libros de resolución de problemas matemáticos, donde «los enunciados todavía son machistas». Afirma que los nombres de las mujeres matemáticas no aparecen en los libros de texto, «cuando llegas a la Universidad sí encuentras sus nombres, pero a veces tienes que investigar porque ni siquiera te lo dicen; por ejemplo, yo descubrí que Noether era una mujer en tercero de carrera, porque le nombraban por el apellido, cuando supe que su nombre era Emmy, me sorprendí, la persona que había detrás de uno de los teoremas matemáticos más importantes jamás probados de entre los que guían el desarrollo de la física moderna, cuya contribución a la álgebra abstracta fue determinante, ¡era una mujer!».
También reconoce el peso de las campañas para concienciar y lograr romper la brecha de género en la ciencia, «las aplaudo, pero son muy recientes, no son suficiente; ni una campaña ni siquiera 20 campañas resuelven un problema muy estructural». Y vuelve al ejemplo de las guarderías, « si la primera persona con la que las criaturas toman contacto son maestras de infantil, todas mujeres, creo que esas personas deben de ser formadas en trabajar y educar para que las mujeres estén en el mismo plano que los hombres. Se trata de una enseñanza muy profunda, hasta yo me he equivocado en la educación de mi hija», reconoce.
La labor de concienciación y educación, tiene que ser una labor muy continuada, «los chicos y las chicas jóvenes no se dan cuenta de que la sociedad no es igualitaria. Hay muchas niñas que sí están concienciadas en igualdad pero nuestra sociedad tiene muchos niveles, para que la sociedad evolucione debemos hacerlo todos al mismo ritmo, no podemos hacerlo por partes».
Evangelina insiste en que es imprescindible poner de relevancia lo que no es, «hay que mostrar continuamente que se pueden hacer las cosas de otra manera y esto no es tarea de un día, ni de un año ni de una generación, es mucho más amplia. Las matemáticas me dan esa visión, nada en las matemáticas se construye en una tarde; se necesitan años para construir algo, así que debemos estar y contribuir a una campaña continua por parte de las instituciones, autoridades y cada persona».