Un equipo de nueve mujeres del municipio reflexionan sobre el papel y la huella de las mujeres del municipio y hablan de sus referentes en este trabajo que rescata la unión y complicidad entre mujeres como fuerza que nutre el día a día de retos y logros cotidianos
Mujeres encantadas es el resultado creativo surgido tras la puesta en marcha del proyecto HUellas en Lugros. Una iniciativa de la Delegación de Bienestar Social, Igualdad y Familia de la Diputación de Granada, en colaboración con el ayuntamiento, con la que recuperar las huellas de las mujeres de nuestros pueblos y hacer visible su contribución y sus logros.
Tras un proceso de trabajo de varios meses con nueve mujeres, todo esa investigación e información compartida se materializó en una instalación artística como homenaje a once vecinas significativas de este municipio que, a su vez, supone un reconocimiento a la labor y el papel desempeñado por todas las mujeres del pueblo.
El equipo HUellas Lugros ha construido un gran mural compuesto por varios perfiles de mujeres que, a modo de collage, pretende representar el mundo interior que las “habita”, compuesto por recuerdos, emociones, deseos y anhelos que han inspirado a las mujeres participantes. Las siluetas de las mujeres están entrelazadas, como las memorias de sus madres, abuelas y tías… y su figura esta llena de referencias visuales y palabras que las honran, dándoles un lugar en los corazones.
También se ha confeccionado en estas paredes un gran árbol, cuya inspiración es “El bosque encantado” de este municipio. Una referencia muy significativa para las mujeres del pueblo como lugar de reunión, encuentro, y a la vez rodeado de magia y leyendas pintorescas. Para la construcción final de este árbol, se han utilizado materiales naturales con texturas y colores que nos recuerdan la naturaleza que puebla ese bosque: los cuencos de yute simbolizan los frutos de este árbol, en cariñosa referencia a cómo alimentaron estas mujeres, no sólo a los miembros de su familia, si no a muchas más personas del pueblo en épocas de escasez.
Proceso de la elaboración artística del proyecto Huellas Lugros.
Y todo ello se visualiza brotando de las columnas de esta sala como ramas del árbol. Dentro del interior de cada “cuenco/fruto”, se esconden deseos no cumplidos de estas mujeres homenajeadas: tener más tiempo… o aprender a escribir… humildes sueños que anhelaban y que eran tan difíciles de cumplir en su época.
Empoderar a las mujeres del presente con las voces de las mujeres rurales del pasado
El objetivo de este proyecto ha sido el de crear un ambiente de sostén, escucha y valoración para todas las mujeres participantes con el que honrar y recuperar la memoria de las mujeres del pasado en Lugros. Dar voz a las cualidades tradicionalmente desarolladas por las mujeres de solidaridad y resiliencia y su papel tan vital en la historia de Lugros y sus habitantes. Celebrar el poder de la creatividad de la mujer para hacer visible y dar expresión a sus sueños y sus alegrías . Valorar la dedicación de cada mujer a su familia y su papel como pilar dentro de la misma.
El proyecto, que ha sido conducido por la monitora Jane Zimmerman, ha construido la historia de las mujeres y del género recuperando nombres y contribuciones de mujeres desde otras mujeres, no sólo para sacarlas de la invisibilidad en la que estaban sumidas, sino para poner en valor sus logros, las dificultades que encontraron y sus valiosas contribuciones en la historia de Lugros. Para Reconocer, gracias al entregado trabajo de las participantes, las restricciones que el género, cómo categoría de sometimiento social, ha impuesto a estas mujeres silenciadas. Darle un sentido creativo, generar propuestas artísticas en «las que poder reconocernos todas».
El grupo ha creado una conexión a través de este trabajo creativo, ha cultivado la escucha y la autoestima necesaria para captar y dar voz a las cualidades y fuerzas de los linajes femeninos de las participantes, para plasmar la naturaleza interconectada de las mujeres. El trabajo realizado representa a gran escala la unión entre las mujeres, esa red que activa la memoria de las alegrías y penas de estas mujeres referentes del pasado compartiendo recuerdos.
Lugros es un pueblo de 300 habitantes en la falda norte de la Sierra Nevada, situada sobre una colina en una de las orillas del río Alhama a más de 1,200 metros de altitud. Hubo asentamientos humanos aquí desde la prehistoria y como población se inició en época mozárabes. El río daba movimiento a la herrería y a varios molinos harineros pasando por su ‘bosque encantado’ o Dehesa de Camarate, una joya botánico salvada del pastoreo excesivo y talas incontroladas gracias a su titularidad privada hasta el año 2002, cuando una parte fue adquirida por el ministerio de Medio Ambiente.
El nombre ‘Lugros’ proviene del latin ‘lupus’ o ‘lobo’, por el animal que poblaba esta región. Las lugreñas están orgullosas de sus roscos milagrosos (en el imaginario local considerado un antídoto contra las tormentas) y su potaje de garbanzos y bacalao, que ofrecen a todas las personas, del pueblo y de fuera, en la Fiesta de San Marcos en el mes de abril.
El equipo realizó una visita al bosque para explorar este lugar tan único y evocar memorias del pasado. A pesar de limitaciones de movilidad, «se notaba la alegría de todas, especialmente las que pasaban tiempo aquí de niñas», señala la monitora, Jane. Observaron las plantas y flores silvestres, recordaron a todas las mujeres del pasado que han lavado ropa, recogido setas y compartieron sus meriendas con otras familias necesitadas aquí. Se irradiaban, unas a otras, contando anécdotas y reflejando a sus antepasadas ‘Mujeres Encantadas’.
Desde ahora, el trabajo artístico de este equipo de Huellas Lugros, ‘Mujeres encantadas’ se expone en el ‘Centro de Interpretación del bosque del Camarate’, un espacio amplio que se utiliza tanto por la gente del pueblo como grupos visitantes.